Tras aquella estampa me encontraba impotente, no sabía qué
hacer, no podía reaccionar, yo había hecho esa salvajada, no debería haber
pasado pero los nervios, la tensión, el agobio, un mal día para enfadarme.
Intente contenerme por todos los medios, sabía que si explotaba acabaríamos
mal, muy mal, por eso luchaba contra la bestia que quería salir, luchaba por
atar mis puños a mi cuerpo.
Lamentablemente la bestia fue más fuerte, no lo pude evitar,
se liberó, fue un lunes, fue un mal día y es que solo se necesita un mal día
para volver al mejor de los hombres un demente.