La muerte, algo tan lejano, y a la vez tan cerca de nosotros que no nos damos cuenta de la importancia de las cosas más banales. Algo tan cotidiano como abrir el grifo y tomar un vaso de agua se volvería más trascendente si supiéramos que es el ultimo, un abrazo o unas palabras a un ser querido tendrían un sentimiento más profundo si supieras la hora, el día exacto en que todo acabará. Saber que vamos a morir lo cambia todo. Sientes las cosas de un modo diferente, ves las cosas de un modo distinto, valoras lo cotidiano como nunca te lo habías planteado.
El problema es que la gente no aprecia el valor de sus vidas, no aprecia el paso del tiempo, ni tampoco que esa vez, esa oportunidad puede ser la última, la gente vive en un presente pensando que aun existe un futuro, o vive el presente basándose en el pasado. De esa forma siempre quedaran palabras, besos, abrazos, lecciones, consejos…por decir, por dar y también, por recibir.
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