miércoles, 28 de mayo de 2014

Como ave fenix.

Con un nudo en la garganta me levanto de la cama, he dormido fatal, no quiero ver el día gris, no quiero ver malas caras, solo quiero evaporarme, convertirme en cenizas y volar hacia el infinito. Hoy va a ser una pesadilla, estoy seguro que desearé no existir, dejar de sentir, esto se ha convertido en un infierno lleno de cabreos y rencor, una rutina que me va matando lentamente, esta agonía me devora por dentro, pero nada cambia, sigue siendo discusiones, enfados y falsos juramentos, estoy cansado de repetir siempre lo mismo, una y otra vez; de hacer promesas que nadie cumple, estoy arto de tener que cambiar para agradar, no soy yo mismo. Después de mucho tiempo todo se rompe, todo se acaba y se desvanece en el presente para convertirse en pasado. Siento que voy a volver, que perdonaré y volverá a ser todo igual, tengo la sensación de que nada me puede salvar de seguir en esta monotonía, pero entonces aparece ella, recompone mis cenizas y me hace resurgir como un Ave Fénix, me abraza y me da aliento, consigue sacarme de la burbuja donde me habían encerrado, ella me abre los ojos. Me lleva hasta su lado, me siento y pongo mis manos sobre las suyas, las acaricio con delicadeza, el tiempo se detiene, las personas desaparecen, no hay nadie más que ella y yo, nada más que ese momento y ese lugar. Me acerco a sus labios lentamente y me da un vuelco el corazón, me quedo a dos centímetros de besarla, sintiendo su respiración. Me prendo de sus ojos de Coca-Cola y no puedo dejar de mirarla, pienso: “haré lo que sea para estar a su lado y conquistarla”. Es entonces cuando abro los ojos y la veo a mi lado, con nuestras manos entrelazadas, mientras me abraza y digo: “eres mi sueño hecho realidad, amor mío.”


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