A veces
miro mi habitación y pienso que es más fácil quemarla que ordenarla, está igual
que mi cabeza; por momentos veo muy clara la idea de marcharme sin mirar atrás
y empezar de cero; perderme y que nadie sepa donde estoy, quizás ni yo mismo lo
sabría.
Vamos a
plantearnos que estamos todos locos, eso explicaría como somos y resolvería
muchos misterios. Muchos hacen locuras, aparentemente sin sentido, cosas que
nadie puede imaginar, que solo caben en una cabeza sin estructura, pero yo me
paro y pienso: ¿Quién dice que yo no puedo hacerlo? ¿Por qué debo hacer caso lo
que dices tú con esa boca llena de envidia y miedo? No creo en ello pero si existe alguien que me
haya puesto en el mundo, si existe un destino que baraja las cartas, no debo
aceptar que sus jugadas sean las que yo quiero tomar; quien juega soy yo, estoy
en la partida, quizás pierda y me cueste
la vida, pero antes de ello aprenderé. ¿Quién es el chiflado, yo por vivir cada
día o los demás por morir a cada minuto? ¿Por qué debo ser como la gente
considera que se debe ser?
Qué
pasaría si la locura fuera el estado en el que la felicidad deja de ser
inalcanzable, deja de ser un sueño y se convierte en realidad. Cuando la muerte
me pille, que me coja viviendo. ¿Quién es el loco ahora?
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