Tengo
las manos cortadas por el frío, la pluma
se empieza a mover sola; ella manda, es la guía y yo soy sin rumbo; ella
domina, yo obedezco; muestra el camino a seguir; desconozco lo que quiere para
mí. No sé si tiene sus propios pensamientos o si aun plasma los que tengo en mi
pequeño baúl. Por mi cabeza pasan decenas de ideas,
palabras desordenadas, revueltas, sin sentido, sueltas como estrellas fugaces, muchas
de ellas son igual de efímeras; en cambio, la pluma caza algunas y las
convierte en momentos de luz celestial en plena oscuridad. Pequeños destellos
que se forman en medio del caos.
De vez en cuando esa luz es tan
intensa que sale hasta por los poros,
entonces el papel se empieza a llenar de garabatos y después de un tiempo sale
algo parecido a una buena idea, que poco a poco va tomando forma, va teniendo
sentido, comienza a ser algo más que un desorden mental; pasa a ser algo que
puedo mostrar. Cuando
la pluma se empieza a mover sola es cuando la magia comienza y todo cobra
sentido.
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